Porque no es lo mismo, o eso creo por mi experiencia. Por definición un jefe es aquella persona que manda o dirige a otras, un superior jerárquico. Claro, si atendemos a esta definición vemos que todos y cada uno de los conceptos que aparecen se refieren a obligaciones y no a emociones, es decir, que según la definición un jefe "manda", "dirige" o es un "superior" pero en ningún punto menciona que un jefe debe "orientar", "guiar" y "potenciar" a las personas que están con él o a su cargo.
Allá por el 600 A.C. el gobernante griego Pítaco de Mitilene dijo "si queréis conocer a un hombre, investidle de un gran poder" haciendo referencia al cambio de comportamiento de las personas cuando se les asigna poder sobre otras, con lo que el abuso sistemático actual del poder en una tesitura de "jefe" no es ni mucho menos nueva.
Liderar es un concepto que está de moda pero que en líneas generales sigue desligado de lo que realmente se vive en la empresa donde el equilibrio entre emocionalidad y dictadura sigue siendo casi inexistente. Cuando falla la capacidad innata, la empatía, la inteligencia emocional y la coherencia humana aparece sobre todo el miedo a mostrar que están ausentes y el poder es cogido como tal, como una herramienta de sometimiento profesional que acaba convirtiéndose en personal.
El miedo a ser desbancado es tan antiguo como el tiempo y la dura escalada hacia el éxito profesional dentro de una empresa se rige siempre por el Principio de Peter que dice que "en una empresa, entidad u organización las personas que realizan bien su trabajo son promocionadas a puestos de mayor responsabilidad una y otra vez, hasta que alcanzan su nivel de incompetencia", hecho que ha sido y sigue siendo demostrado a diario.
Los líderes no temen ser desbancados ya que todo su ejercicio profesional se basa en sus capacidades innatas, sin embargo el que ha escalado hasta su nivel óptimo de incompetencia o el que adolece de falta de conocimiento vive una situación de quebrando de autoestima cuando aparece en su órbita profesional alguien dotado de conocimiento que se muestra a sus ojos como un enemigo posicional más que como un apoyo funcional, lo que curiosamente no tiene nada que ver con el poseedor del conocimiento.
Estas situaciones validan las palabras de Pítaco haciendo acto de presencia el "poder". Un jefe trabajará con el "mando y ordeno" mientras que un líder utilizará el "consensúo y canalizo" obteniéndose resultados diferentes aunque el ejecutor en ambos casos sea la misma persona y ello es porque en la vertiente del "mando y ordeno" la forma de ejecutar la tarea viene en muchas ocasiones impuesta por el jefe mientras que en la del "consensúo y canalizo" viene cognitivamente delegada en el poseedor del conocimiento, obviándose en el primer caso la capacitación del ejecutor y confiándose plenamente en ella en el segundo.
Es poco alentador un escenario de desarrollo profesional en estructuras empresariales donde el conocimiento y el aporte de soluciones es erróneamente interpretado por las personas que "mandan" lo que provoca grandes retrasos en el desarrollo de esas empresas y en asociaciones o agrupaciones empresariales donde los cargos son por elección y se vela por los intereses empresariales globales el mal ejercicio del poder es aún más peyorativo si cabe ya que las empresas que forman parte de la agrupación confían su desarrollo a las personas que abanderan la iniciativa.
El ejercer el poder como jefe no convierte a esa persona en mejor profesional sino en peor persona, no ayuda al desarrollo de la estructura profesional sino que incita a generar entornos de miedo donde la gente se convierte en poco productiva y sobre todo atenta contra el entendimiento de todo el que está dispuesto a aportar su conocimiento por el bien de la empresa y ve como ese esfuerzo es tomado como una lucha de clases en la que muy probablemente será vencido.
No es nuevo ni desconocido que los grandes líderes construyen su éxito sobre el equipo de personas elegidas expresamente con las que comparte el desarrollo de sus acciones y proyectos. Cuando hay éxito empresarial se habla siempre de grandes líderes nunca de grandes jefes, por algo debe ser y ello debe dotarnos de conciencia sobre si debemos ser jefes o líderes y sobre si debemos mandar o canalizar.
Liderar es un concepto que está de moda pero que en líneas generales sigue desligado de lo que realmente se vive en la empresa donde el equilibrio entre emocionalidad y dictadura sigue siendo casi inexistente. Cuando falla la capacidad innata, la empatía, la inteligencia emocional y la coherencia humana aparece sobre todo el miedo a mostrar que están ausentes y el poder es cogido como tal, como una herramienta de sometimiento profesional que acaba convirtiéndose en personal.
El miedo a ser desbancado es tan antiguo como el tiempo y la dura escalada hacia el éxito profesional dentro de una empresa se rige siempre por el Principio de Peter que dice que "en una empresa, entidad u organización las personas que realizan bien su trabajo son promocionadas a puestos de mayor responsabilidad una y otra vez, hasta que alcanzan su nivel de incompetencia", hecho que ha sido y sigue siendo demostrado a diario.
Los líderes no temen ser desbancados ya que todo su ejercicio profesional se basa en sus capacidades innatas, sin embargo el que ha escalado hasta su nivel óptimo de incompetencia o el que adolece de falta de conocimiento vive una situación de quebrando de autoestima cuando aparece en su órbita profesional alguien dotado de conocimiento que se muestra a sus ojos como un enemigo posicional más que como un apoyo funcional, lo que curiosamente no tiene nada que ver con el poseedor del conocimiento.
Estas situaciones validan las palabras de Pítaco haciendo acto de presencia el "poder". Un jefe trabajará con el "mando y ordeno" mientras que un líder utilizará el "consensúo y canalizo" obteniéndose resultados diferentes aunque el ejecutor en ambos casos sea la misma persona y ello es porque en la vertiente del "mando y ordeno" la forma de ejecutar la tarea viene en muchas ocasiones impuesta por el jefe mientras que en la del "consensúo y canalizo" viene cognitivamente delegada en el poseedor del conocimiento, obviándose en el primer caso la capacitación del ejecutor y confiándose plenamente en ella en el segundo.
Es poco alentador un escenario de desarrollo profesional en estructuras empresariales donde el conocimiento y el aporte de soluciones es erróneamente interpretado por las personas que "mandan" lo que provoca grandes retrasos en el desarrollo de esas empresas y en asociaciones o agrupaciones empresariales donde los cargos son por elección y se vela por los intereses empresariales globales el mal ejercicio del poder es aún más peyorativo si cabe ya que las empresas que forman parte de la agrupación confían su desarrollo a las personas que abanderan la iniciativa.
El ejercer el poder como jefe no convierte a esa persona en mejor profesional sino en peor persona, no ayuda al desarrollo de la estructura profesional sino que incita a generar entornos de miedo donde la gente se convierte en poco productiva y sobre todo atenta contra el entendimiento de todo el que está dispuesto a aportar su conocimiento por el bien de la empresa y ve como ese esfuerzo es tomado como una lucha de clases en la que muy probablemente será vencido.
No es nuevo ni desconocido que los grandes líderes construyen su éxito sobre el equipo de personas elegidas expresamente con las que comparte el desarrollo de sus acciones y proyectos. Cuando hay éxito empresarial se habla siempre de grandes líderes nunca de grandes jefes, por algo debe ser y ello debe dotarnos de conciencia sobre si debemos ser jefes o líderes y sobre si debemos mandar o canalizar.
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