El raciocinio aplicado al conocimiento nos hace únicos en el reino animal y es lo que diferencia las acciones repetitivas y mecánicas de las creativas y orientadas. Las personas somos capaces de adquirir conocimiento, de racionalizar las situaciones y tenemos facilidad para combinar ambas para diferenciarnos, pero en ocasiones las circunstancias del entorno en que nos encontramos son capaces de perturbar esa combinación desatando situaciones pintorescas, problemáticas e incluso perjudiciales para el entorno.
La ausencia de conocimiento en un determinado momento, en un entorno donde se trate una temática relacionada con ese conocimiento y en conjunción con personas que sí tienen el conocimiento se convierte en un condicionante importante para todos cuando en ese grupo hay presente un superviviente cognitivo, una persona que carece del conocimiento necesario pero que por razones extrañas no quiere nadie detecte que no lo tiene.
Una educación que acepta tácitamente el descrédito público y el ridículo, una importante ausencia de asertividad y una delicada falta de sentido común convierten a estas personas en supervivientes cognitivos en situaciones de inferioridad de conocimiento lo que genera un escenario de tensión que conduce irreversiblemente a una electrocución relacional de los integrantes del grupo. Y curiosamente el grado de participación y exposición del conocimiento que tiene estas personas es directamente proporcional a su grado de ausencia del mismo lo que fomenta y potencia los constantes cortocircuitos en el entorno de reunión.
Pero qué extraño comportamiento mental hace creer a estas personas que saben de un tema cuando son plenamente conscientes que no saben de él?. Pues probablemente el hecho de que en realidad son plenamente inconscientes de ello de ahí que transmitan absoluta seguridad en lo que dicen y argumentan aunque ello se aleje de la realidad.
Todas las opiniones son respetables si son respetuosas y el sentido común debería guiarnos en el planteamiento de las nuestras y en el comentario de las ajenas, sin embargo cuando la supervivencia cognitiva invade un individuo el sentido común cae preso del olvido y el personaje en sí se convierten en un modelo sarcásticos de alguien que desconoce un tema pero intenta hacer ver por todos los medios que lo domina en una burda imitación de quién realmente tiene ese conocimiento.
Y el acto final de la obra se escenifica en la capacidad de contradecir, oponer resistencia numantina y finalmente atacar por cualquier flanco visible o posible, aunque sólo para el atacante, a quien realmente posee ese conocimiento en un intento premeditado y ácido de desacreditar al que para él es el "listo" del grupo, manteniendo éste último una posición de calma externa combinada con incredulidad interna y basado todo en la certeza y sosiego que aporta tener el conocimiento cierto, de cuya ausencia total se encarga el primero de evidenciar sin pausa en su propia persona con dicha ofensiva.
La naturaleza es sabia pero estas personas se encargan de anularla ocultando el sentido común bajo una capa de miedo a lo desconocido y atentando contra la integridad conceptual de quien verdaderamente tiene el conocimiento. Y la máxima destrucción nos invade cuando el superviviente cognitivo tiene asignada capacidad ejecutiva y poder para priorizar sus decisiones lo que conduce a desastres empresariales, luchas internas en empresa, envidias profesionales entre personas escasamente profesionales y conductas vergonzosas para los que abanderan su sentido común y lo adhieren al conocimiento.
Cuando coincidamos con un superviviente cognitivo debemos elegir entre alejarnos de él si es posible lo que hará que pasemos un feliz resto del día o evadirnos de su influencia si por obligación debemos asistir a la reunión, y si no tenemos más opción que entablar batalla deberemos sufrir las consecuencias profesionales y personales de una persona por la que nos hemos visto abocados y obligados a elegir el peor de tres escenarios malos.
La ausencia de conocimiento en un determinado momento, en un entorno donde se trate una temática relacionada con ese conocimiento y en conjunción con personas que sí tienen el conocimiento se convierte en un condicionante importante para todos cuando en ese grupo hay presente un superviviente cognitivo, una persona que carece del conocimiento necesario pero que por razones extrañas no quiere nadie detecte que no lo tiene.
Una educación que acepta tácitamente el descrédito público y el ridículo, una importante ausencia de asertividad y una delicada falta de sentido común convierten a estas personas en supervivientes cognitivos en situaciones de inferioridad de conocimiento lo que genera un escenario de tensión que conduce irreversiblemente a una electrocución relacional de los integrantes del grupo. Y curiosamente el grado de participación y exposición del conocimiento que tiene estas personas es directamente proporcional a su grado de ausencia del mismo lo que fomenta y potencia los constantes cortocircuitos en el entorno de reunión.
Pero qué extraño comportamiento mental hace creer a estas personas que saben de un tema cuando son plenamente conscientes que no saben de él?. Pues probablemente el hecho de que en realidad son plenamente inconscientes de ello de ahí que transmitan absoluta seguridad en lo que dicen y argumentan aunque ello se aleje de la realidad.
Todas las opiniones son respetables si son respetuosas y el sentido común debería guiarnos en el planteamiento de las nuestras y en el comentario de las ajenas, sin embargo cuando la supervivencia cognitiva invade un individuo el sentido común cae preso del olvido y el personaje en sí se convierten en un modelo sarcásticos de alguien que desconoce un tema pero intenta hacer ver por todos los medios que lo domina en una burda imitación de quién realmente tiene ese conocimiento.
Y el acto final de la obra se escenifica en la capacidad de contradecir, oponer resistencia numantina y finalmente atacar por cualquier flanco visible o posible, aunque sólo para el atacante, a quien realmente posee ese conocimiento en un intento premeditado y ácido de desacreditar al que para él es el "listo" del grupo, manteniendo éste último una posición de calma externa combinada con incredulidad interna y basado todo en la certeza y sosiego que aporta tener el conocimiento cierto, de cuya ausencia total se encarga el primero de evidenciar sin pausa en su propia persona con dicha ofensiva.
La naturaleza es sabia pero estas personas se encargan de anularla ocultando el sentido común bajo una capa de miedo a lo desconocido y atentando contra la integridad conceptual de quien verdaderamente tiene el conocimiento. Y la máxima destrucción nos invade cuando el superviviente cognitivo tiene asignada capacidad ejecutiva y poder para priorizar sus decisiones lo que conduce a desastres empresariales, luchas internas en empresa, envidias profesionales entre personas escasamente profesionales y conductas vergonzosas para los que abanderan su sentido común y lo adhieren al conocimiento.
Cuando coincidamos con un superviviente cognitivo debemos elegir entre alejarnos de él si es posible lo que hará que pasemos un feliz resto del día o evadirnos de su influencia si por obligación debemos asistir a la reunión, y si no tenemos más opción que entablar batalla deberemos sufrir las consecuencias profesionales y personales de una persona por la que nos hemos visto abocados y obligados a elegir el peor de tres escenarios malos.
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