lunes, 9 de mayo de 2011

Por qué queremos ser importantes?


Por qué la gente quiere ser importante?, tiene algún significado cierto "ser importante"?. En realidad no, "ser importante" se antoja como un concepto insulso per se y en muchas ocasiones gracioso si relacionamos la idea que tenemos de que algo es importante con la persona que se lo autoasigna. Verdad que nos es familiar el comentario "vaya payaso" cuando alguien se las da de "importante" y nos embadurna sin descanso con ello, pues a pesar de ello cantidades ingentes de personas buscan cada día el truco para hacer ver o creer a los demás que son "seres importantes".

Winston Churchill dijo "el problema de nuestra época consiste en que sus hombres no quieren ser útiles sino importantes". Llama mucho la atención que siempre atendamos a la inteligencia de las personas cuando éstas han fallecido, en este caso concreto y en todos años no sólo no hemos aprendido nada de esta sagaz apreciación sino que hemos perfeccionado y dimensionado el arte de querer "ser importante" sin ser útil.

"Importante" es un concepto abstracto no referenciable a nada medible, es por ello que muchos individuos y aprovechándose de ello cultivan su apoderamiento tratando de impedir por todos los medios posibles que les descataloguen de dicha categoría sin darse cuenta que están fertilizando el terreno donde caerán de bruces y al cuál arrastrarán a los que con él ejerciten su acción de compra sobre las acciones del "importante".

En la escuela nos enseñan a leer, a escribir y a hablar pero no nos enseñan a escuchar sino que nos obligan a ello, creciendo todos condicionados por ese error de base y aunque sea tarea nuestra rectificarlo al crecer y desarrollarnos como persona no todos lo conseguimos. Paradigma de ello es que hoy día el que escucha a otra persona en un foro sin intervenir en la explicación suele ser tratado de indiferente o inculto cuando muy probablemente esté haciendo ejercicio de su educación y motivación por aprender del que habla que es, en definitiva, el poseedor del conocimiento. En el polo opuesto a esta situación encontraremos sin duda al "importante" haciendo alarde de su incapacidad por ocultar lo que no sabe atentando contra la dignidad cognitiva del poseedor del conocimiento.

Y para elevar el problema a un exponente superior cuando un individuo ansiado de "importancia" ha sido dotado de poder por alguien casi igual de incapaz que él por dárselo y no detectar el ansia y además más "importante" que el primero en la jerarquía de mando, la situación es prácticamente insolucionable, ingestionable e indiscutible y da paso en la empresa a una etapa de oscuridad y ostracismo que asola a todos los miembros de la comarca profesional.

Pero qué ocurre cuando el "importante" no tiene poder alguno ya que ostenta una posición destacada sólo como concepto funcional, en una organización de consenso en la que ha sido elegido por consenso como puede ser el caso de una agrupación de empresas o personas cuyo objeto es la búsqueda del beneficio del agrupado. Obvia decir que cualquier organización de este estilo debe tener un patrón de viaje y un patrono que lo articule pero su brújula debe estar siempre orientada hacia el norte del consenso y la conciencia de actuar por y para los que le han elegido. Pero parece que el "ser importante" es un poderoso campo magnético que descontrola el norte de la brújula desmagnetizándola y convirtiéndola en un instrumento inútil para volver a localizar el norte del consenso.

El "ser importante" atenta de frente contra la aplastante lógica del agruparse para luchar por los intereses comunes. Esta enfermedad es fácilmente prescribible y los síntomas de rápida detección: consenso global sustituído por un ejercicio del poder administrativamente inexistente pero funcionalmente aplicado; una obnubilada capacidad por decidir sobre temas escasamente conocidos ajeno a cualquier asesoramiento externo; condena a un posicionamiento pasivo de los agrupados en quebranto cognitivo y riesgo cierto de error; exposiciones surrealistas por parte del "importante" con accesos de ira contra opiniones contrarias o sibilinas estratagemas basadas en guerra de guerrillas fuera del entorno grupal para desacreditar opiniones contrarias generando ello una patología pandémica ampliamente extendida en la actualidad.

Es en estos momentos cuando los ecosistemas profesionales se vuelven inestables y los balances energéticos entre el objetivo inicial de todos los que se agruparon y el ansia personal del "importante" por destacar y tener representatividad única de él y los suyos provocan el desequilibrio que genera un enrarecimiento creciente de la atomósfera del ecosistema contaminándolo y provocando, en muchas ocasiones, su anulación y desaparición como tal.

Localicemos a los "importantes" y huyamos de ellos enseguida que podamos, apartémonos de su ansia de nada, dejemos que prosperen en sus ambientes pero no permitamos que contaminen los nuestros y orientemos siempre nuestra brújula hacia ser personas útiles, hagamos caso a W. Churchill que al parecer no le fue tan mal.